3ª ETAPA. Playa de Cheles – Mourão. 29,1 KM.
Salida: Playa de Cheles Llegada: Mourão Distancia recorrida: 29,1 km Tiempo empleado: 6h:52’El infierno hecho pantano. Después de terminar esta etapa, sabíamos cómo se sienten los vehículos a los que hacen pruebas de aerodinámica en el túnel del viento. El día anterior tuvimos que acortar la etapa en 14 km y ya no nos podíamos permitir acumular más retraso. La previsión que teníamos para hoy eran 29,8 km aunque desde otro punto de salida. Nuestro objetivo era realizar al menos esos kilómetros para intentar completar el pantano de Alqueva al día siguiente, donde habíamos programado una etapa más corta, en previsión de tener que añadirle distancia no realizada en los días anteriores.
Si el día anterior había sido duro por el viento, el frío y la lluvia, para hoy la previsión meteorológica empeoraba. Se anunciaban vientos constantes de entre 28 y 31 km/h y rachas que llegarían a los 50 km/h, lo cual podría convertir a aquel enorme pantano en una especie de pequeño océano embravecido. Salíamos de la playa fluvial de Cheles, punto de llegada de la segunda etapa y ya estando allí comprobamos que las previsiones se iban a cumplir.Mi equivocación me llevó a tener que luchar contra el viento durante unos dos kilómetros para llegar al embarcadero. Por suerte, y ante la duda de si tras aquella boya estaba el camino que debía seguir, sacrifiqué unas decenas de metros en los que el viento me arrastraba mientras sacaba y consultaba en mi móvil la veracidad del trayecto que estaba tomando. A partir de ese embarcadero no habíamos previsto más puntos de extracción, en realidad pensamos que no llegaríamos hasta allí como consecuencia de los fuertes vientos previstos. Por fortuna la orografía de la etapa nos estaba favoreciendo en algunas zonas. La parada que decidimos hacer había de ser necesariamente breve. Nos estábamos quedando fríos bajo la intensa lluvia que en aquellos momentos acompañaba al fuerte viento. Después de comer algo de fruta fresca sentados en el embarcadero, volvimos a nuestras tablas y paleamos con fuerza hacia el otro lateral con la esperanza de que el viento noroeste no nos pegara tan de lleno. Después de 14 kilómetros nos quedaban fuerzas, tanto a Alfredo y a mi sobre las tablas como a Sevi y Mamen en el kayak. No dudamos en continuar consumiendo distancia mientras pudiéramos. El día estaba resultando muy cambiante, después de sumar otros tres kilómetros en condiciones pésimas, el cielo se abrió y por fin nos calentó tímidamente un sol que se ocultaría muchas otras veces en lo que quedaba de jornada. Después de 17 km y unas tres horas y media lo más duro estaba por llegar. Queríamos completar unos treinta kilómetros para que fuera posible terminar el Alqueva en la siguiente etapa, pero para ello aún teníamos que navegar una distancia similar a la recorrida por ahora. A partir de ese instante, todo lo que nos planteábamos eran metas cortas, llegar hasta la siguiente ensenada de calma, al siguiente montículo. Así fue como, ganando pequeñas batallas, fuimos venciendo nuevamente a nuestro invisible y poderoso enemigo. Remar alejados de tierra resultaba una temeridad aunque fuera inevitable en determinadas zonas. Así tuvimos que hacerlo cada vez que abandonábamos el resguardo de alguna ensenada para llegar hasta la siguiente isla. En esos tramos de mil a dos mil metros de aguas abiertas, las rachas de viento comprometían nuestro equilibrio continuamente. Cada vez costaba más tiempo y esfuerzo completar el siguiente tramo para llegar a resguardo. En uno de esos, aprovechando la presencia de un embarcadero cercano y tras pasar más apuros de los aconsejables, Alfredo y el tándem del kayak deciden quedarse. Marcarán el punto para que parte del equipo de tierra venga a por ellos. Yo estoy un poco más adelante, descansando tras un montículo que me protege momentáneamente del viento. Me comunican su intención de dar por finalizada la etapa, miro mi reloj… casi 21km y 5 horas de trayecto. ¡Qué poco me ha cundido tanto tiempo! es lo primero que pienso. Hay que continuar, si no me aproximo a los 30km de etapa, la de mañana será imposible. Y eso retrasaría la salida del Alqueva, poniendo en riesgo la consecución del Desafío en los siguientes días. Tras ojear lo que me restaba hasta el puente entre Mourão y Monsaraz, decido continuar hasta una playa fluvial cerca de Mourao y se lo comunico al equipo de tierra para que vayan a recogerme. No caeré en el error que estoy cometiendo en la lectura del terreno hasta más tarde. Una zona del puente que, en principio creo que se puede pasar por agua, resultará ser tierra firme. Después de perder contacto con Alfredo y con el kayak, hago un tramo de unos tres kilómetros muy expuesto a vientos y olas laterales que hacen muy difícil permanecer de pie. En el km 23 alcanzo una isla, descanso cinco o seis minutos, vuelvo a mirar el GPS en mi teléfono y, una vez comprobado el error de cálculo, no me queda otra que seguir adelante por el camino más expuesto y único posible. Hace 6 horas que comenzamos la etapa, apenas tengo agua en mi mochila, no sé calcular cuánto tiempo me resta hasta el punto de finalización marcado. Desde hace bastante rato, toca beber a cortos sorbitos y racionar el agua que me queda. En los últimos kilómetros remé a ritmos agónicos de entre 11 y 20 minutos/km, por lo que aún me puede quedar una hora para terminar. La cosa no pinta bien. Por suerte y, gracias al plan de ejercicio diario que Emilio Fernández (mi entrenador) me ha preparado en los últimos meses, el cuerpo sigue respondiendo. Aún así, hoy estoy llegando al límite. Mi mente puede y mi cuerpo, por ahora también, pero ¿por cuánto tiempo más? En estas condiciones, cada palada contra el viento se convierte en un reto individual y en un nuevo dolor. Finalmente, conecto mi ubicación en tiempo real para que el equipo de tierra me tenga localizado y siga mi raquítico avance. Gracias a ello, Noelia va diciéndome que voy por el camino adecuado, cosa que me hace muy feliz. En el pantano el paisaje se convierte en algo muy monótono en diversas zonas. Es fácil perderse entre tanto brazo de agua igual al anterior. Recuerdo alcanzar con gran felicidad el extremo de una isla que debía rodear, pasar junto a las rocas de la ribera y tomar rumbo contrario al que había llevado hasta ahora, con viento a favor. Esos dos últimos kilómetros, aunque un poco angustiosos al no ver a nadie ni ubicar el punto final de etapa, fueron realmente emocionantes por lo difícil que había sido llegar hasta allí. Tras dejarme llevar por el viento favorable y palear con menos intensidad, pude ver en mi reloj el mensaje esperado y deseado… ¡ya me estaban viendo desde tierra!
Todo llega y todo pasa. El final de esta etapa también.
Parte del equipo de tierra me esperaba con cierta angustia. El resto (Alfredo, Sevi y Mamen) que estaban siendo recogidos aún, también seguían mi final de etapa con algo de preocupación pero con la confianza de que todo saldría bien, como así fue.Detalles y track de la etapa: https://connect.garmin.com/modern/activity/2576128162